En los días previos ya se había hablado bastante de la previsión meteorológica para el fin de semana, que no auguraba nada bueno. De hecho, los modelos daban una probabilidad muy alta de lluvia para la tarde del sábado. Sin embargo, la Virgen de Gracia y la Dolorosa de Santa Catalina llegaron a San Juan Bautista en la noche del viernes sin ningún impedimento, al igual que se trasladó la Virgen del Rosario de Santa Ana el mismo sábado por la mañana. La parroquia de San Juan estuvo abierta toda la mañana con los doce tronos en exposición, y se celebró una eucaristía presidida por el Obispo de Cartagena. La procesión dió comienzo a las cinco de la tarde sin presencia alguna de precipitaciones. Las calles de la ciudad volvieron a entrar en contacto con el aroma a incienso y las marchas procesionales típicas de Semana Santa. Uno de los momentos más emotivos tuvo lugar al paso del cortejo por el convento de Santa Ana, donde todas las vírgenes giraban y saludaban a las feligresas. Las más de cuatro horas de procesión se cerraban en la plaza del Cardenal Belluga, lugar en el que se vieron reunidas las doce advocaciones, y clausuraban así esta histórica e irrepetible celebración mariana.
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